Cleopatra visita a Kleopátra

Exposición individual presentada junto a Tira de Contacto de Ignacio San Martín y Doble Distancia de Eliecer Espinoza,
curaduría de Gabriel Godoi, OMA Galería, junio 2025.


2024, César y Cleopatra II, dibujo en carboncillo sobre papel, 76 x 112 cm



2024, César y Cleopatra I, dibujo en carboncillo sobre papel, 76 x 112 cm






2024, Cerámica Sttafordshire: La muerte de Cleopatra,
lápices de colores sobre MDF recortado, 18 x 25 x 0,3 cm



2025, Áspid, fotografía de escáner impresa en
papel Canson Photo Luster 310 g, 91 x 61 cm



2025, Kureopatora visita a otra Cleopatra, dibujo con lápices de pastel seco sobre tela de cortinaje, 165 x 230 cm

Algo sugiere la sincronía en el espacio-tiempo de estos tres proyectos;


2025 OMA Galería 2025
  El recordatorio de Paula Martínez con Cleopatra visita a Kleopátra de que pocas cosas son tan grandes como un ícono pop. De que en su figura conviven imágenes tan distintas como la de tapices flamencos y animés japoneses. Y también las nuestras, autorizadas a fingir que Cleopatra, Julio César y Marco Antonio tenían nuestras caras sonrientes. O que el vestido de Elizabeth Taylor estaba hecho a nuestra medida. O quizás la conclusión de que Cleopatra no está muerta y que -gracias a las manos de Paula- aún podemos apreciar el olor de sus baños de leche, el brillo de sus joyas, la crudeza de sus serpientes y las múltiples caras con que nos mira desde el pasado.
  Pero también la pintura es capaz de revivir el pasado, como demuestra Ignacio San Martín a lo largo de su Tira de contacto, en donde 36 fotografías familiares antiguas (emulando un rollo fotográfico de 35 mm) regresan fantasmagóricas a levitar en Galería OMA bajo la forma de pinturas. Su oficio carga a la imagen de nuevas capas de sentido, con una pincelada rápida, sin dibujos anteriores, a medio camino entre la abstracción y la figuración. Si las fotos antiguas suelen ser por excelencia imágenes en blanco y negro, Ignacio les suma color y hace aparecer pulsiones del inconsciente que resguardan afectos, dolores y añoranzas.
  Mismo oficio que guía la mano de Eliecer Espinoza en Doble distancia, a través de cuerpos en desequilibrio, arquitecturas desoladas y atmósteras escombrosas, sus juegos gravitacionales entre figuras terminadas e inacabadas cobran forma gracias a brochazos disímiles que crean escenas ambiguas. Al mirar sus pinturas, es inevitable la inmersión, habitar un tránsito entre el aparecer y el desaparecer que nos arroja la idea de que quizás también nosotros somos árboles alzados sobre la oscuridad.

Tras todo esto, aparece la idea de que las distancias entre las obras tal vez solo hicieron de esta exposición algo más completo. Que el power tro aquí montado entona canciones que no podrían sonar en ningún otro escenario. Que las diferendias entre materialidades, soportes y estilos tan sólo derriban barreras, para dejar en su lugar una amalgama extraña de experiencias artísticas, ansiosa de que entremos en ella, en búsqueda el papel que cumplimos también nosotros dentro de todo esto.

Gabriel Godoi
Teórico del arte


2025